MANÍ del chaco






Hay cinco cosas de las que se enorgullecen los pobladores de Muyupampa. Ellos aseguran que en esta región, el municipio Villa Vaca Guzmán del departamento de Chuquisaca, se prepara el pacumutu más rico, se recolecta la miel de abeja más pura, se baila una gran chacarera y se cultiva el mejor maní.

No es una fanfarronada. Los grandes campos de esta planta cubren miles de hectáreas en los alrededores y los técnicos estudian cientos de variedades silvestres y domésticas que aún no han entrado al mercado. En las casas, la dieta cuenta con grandes cantidades de esta nuez en la sopa, el segundo y el postre. Incluso los refrescos están hechos con cacahuate.

Para los expertos, como Faustino Fermín —responsable del Proyecto Maní de la Fundación Valles y organizador de la Cuarta Cumbre del Maní— no es de extrañarse. Fue en esa región donde el hombre domesticó por primera vez al fruto seco. Los responsables de incluirlo en la dieta humana fueron los guaraníes del Chaco.

“Bolivia es el centro geográfico de origen de esta planta —revela Faustino a los productores durante la Cuarta Cumbre de Maní—. Es aquí donde se comenzó a comer el fruto y donde está la mayor cantidad de variedades de los granos”.

Carlos Morales Rentería confirma esta afirmación. El campesino de 36 años es uno de los cientos de productores de maní que acudieron a Muyupampa para participar en la cumbre. Allí, gracias al auspicio de varias organizaciones —como Usaid Bolivia, Fundación Valles y la Prefectura de Chuquisaca— espera conocer las innovaciones en el cultivo, establecer contactos y compartir experiencias con otros.

Como muchos de los participantes, Carlos cultiva este fruto desde que tiene memoria. “Mis padres y sus padres también lo producían”, rememora mientras observa una cosechadora mecánica, una de las estrellas del evento. A su lado, su vecina, Edith Senzano Méndez (49), lo interrumpe y aclara que “la cosa no es así nomás”.

Ellos serán productores de maní, pero, hasta hace poco, la cosecha estaba dedicada casi exclusivamente para el consumo de los productores. Sólo el excedente llegaba a los mercados locales. Asimismo, según recuerdan los chaqueños, no hacían seguimiento a las variedades que plantaban en sus propiedades.

Éste no es un fenómeno que se da de Monteagudo. De hecho, 60 por ciento de los asistentes al encuentro son novatos en la producción comercial del maní. Algunos recién venderán las vainas al mercado este año, cuando llegue la cosecha.

“Aún no le puedo decir cómo se vende este producto. Recién estamos cultivando tanto como para vender afuera. Antes, para nosotros nomás plantábamos”. El maní siempre fue parte de la vida de Miguel Moreno Molina (41 años), el actual capitán guaraní de Ciraopampa.

Aunque la nuez fue parte fundamental de la dieta de este pueblo indígena, rara vez fue vista como un oportunidad de hacer negocios. “No sabíamos que tuviera tanta demanda”, se lamenta Miguel. Todo cambió hace un año con la ayuda de técnicos del Centro de Promoción Agropecuaria Campesina (Cepac) de la Prefectura de Chuquisaca.

El Capitán Guaraní recuerda las largas reuniones que mantuvo, al lado de otros dirigentes, con técnicos de todo tipo. Los expertos expusieron los beneficios y las ventajas que llegarían si la comunidad, compuesta por 18 familias, se dedicaba al cultivo comercial de la planta.

Las charlas vencieron las dudas de los productores. Así, un año después, los campesinos observan con cuidado las plantas de diferentes tamaños. La vigilancia no se debe a que el trabajo con la nuez sea una novedad. Todo lo contrario. Como pocos, los guaraníes saben las demandas y riesgos de esta planta. Lo nuevo son algunas de las tecnologías de control de las plagas, el abono moderno y el riego.

El pueblo de Ciraopampa no fue el único que recibió capacitación. Varias comunidades que producen tradicionalmente la nuez han buscado y recibido apoyo internacional para mejorar sus cosechas. Algunas, como Guarayos y Muyupampa, han apostado por la modernización de sus campos, aplicando las nuevas tecnologías y, cuando el bolsillo lo permite, la mecanización del trabajo agrícola.

Juan Mendoza (55) es uno de éstos. Durante más de 30 años trabajó de forma tradicional, plantando y cosechando a mano. Mas, gracias al incremento en la demanda de maní y un buen plan de ayuda económica, Juan logró semimecanizar su parcela. “Las cosas han mejorado. Tardo menos en plantar porque utilizo un tractor y una sembradora y fumigado de las plantas es mucho más fácil, me conseguí una mochila mecanizada que dispara chorros a gran distancia”, comenta mientras se apoya, orgulloso, en su tractor.

Otras regiones, como Toro Toro, han apostado al mercado ecológico y orgánico. Constancio Soria (35) es uno de los socios de Apromaní, la organización que agrupa a los productores de ese municipio, cuenta que “desde que utilizamos esos productos orgánicos, logramos vender nuestras cosechas a un mayor precio”.

Para mejorar la dilución de las nuevas tecnologías es que se organizan encuentros como la Cumbre del Maní. Allí, los participantes observan lo último para el cuidado de la nuez, así como los adelantos tecnológicos del proceso.

Durante el evento, Silvio Ñañez López (40) de Monteagudo toma contacto con la empresa cruceña Toyosato, quienes presentaron una moderna sembradora calibrada para el cacahuate. “Esto nos ayudará un montón y nos permitirá mejorar nuestra plantaciones de la próxima temporada”, vocifera para hacerse oír sobre el ruido que hace el aparato.

No todas las soluciones para mejorar la producción provienen de los expertos. En más de una ocasión el ingenio local basta para resolver las dificultades. Tal fue el caso de los guaraníes de Ciraopampa. “Ellos nos sorprendieron cuando resolvieron la problemática del agua —exclama impresionado el técnico del Cepca, Max Cuba— la comunidad creó un reservorio donde acumulan el rebalse del líquido que utilizan para su propio consumo”.

Los técnicos sí presentaron una gran sorpresa para los agricultores tradicionales del maní: Los pobladores de Ciraopampa pocas veces se fijaban en el tipo de cacahuate que cultivaban. Esto no es algo que los productores se fijen mucho cuando la mayor parte de la cosecha está destinada el consumo interno. Más importante es que la planta germine, de frutos y sobreviva a sequías y heladas.

Pero, para incursionar en el mercado de forma profesional el tipo de planta importa... y mucho. “Hay que tener en cuenta que para que un tipo de maní sea aceptado por los compradores —sobre todo en el exterior, donde los requisitos son más severos— debe tener características especiales y aceptadas por la comunidad internacional”. Durante el evento, Faustino reveló que en Bolivia se cultivan ocho variedades aceptadas en la industria.

El maní llega de diferentes formas y tamaños. Algunos tienen granos grandes y gruesos. Otros apenas ofrecen unas minúsculas esferas. Los expertos aseguran que incluso el sabor cambia de una variedad a otras. Los hay con más contenido graso, más dulces o con menos sabor. Cada uno de ellos cumple con una función diferente en la industria del alimento.

Incluso las mismas plantas presentan diferencias entre sí. Una de ellas, la que engendra el grano colorado, es un arbusto. En el suelo se levanta entre 50 a 55 centímetros del suelo. En cambio, la planta de la variedad Overo suele ser rastrera.

La Asociación Agro semillas es una de las dos instituciones que se encarga de estudiar las propiedades de los diferentes tipos de maní. En sus parcelas crecen decenas de variedades, que son catalogadas y estudiadas para después registrarlas y logar su aceptación mundial.

Los productores pequeños trabajan, a lo mucho, con tres granos distintos. Los favoritos son el colorado y el overo. “Son los que más nos piden”, aclaró Julio Morales Lobera (64), campesino de Padilla.

Sin embargo, no son suficientes. Pedro Rodríguez, gerente de la empresa Agrícola Cafetalera Buena Vista (Agrcabv), advierte que “no podemos ni pensar en competir en cantidad con los grandes productores de maní”. Bolivia exporta anualmente un promedio de 14 mil toneladas, mientras que China supera la 355 mil.

La clave para el triunfo está en la calidad y la variedad. O al menos así asegura Rodríguez a los asistentes a la cumbre. “Bolivia tiene la posibilidad de ofrecer al mundo granos de gran sabor y diferentes a lo que conocen en el resto del mundo”, exclama.

Y los productores aceptan el reto planteado por el mercado. Desafiando a sequías y heladas, con derroche de ingenio, mucha voluntad y trabajo duro buscan mostrar al mundo cuál es la verdadera cuna del maní comestiblle.

Fuente : http://www.la-razon.com/versiones/20100418_007066/nota_277_990036.htm

Comentarios

Entradas populares de este blog

Empresa cruceña exporta cuñapé y pasankalla a EEUU

El valor de la arroba de yuca disminuye; la papa sigue en alza

Conozca los 10 alimentos más caros que Bolivia importa