Copoazú: Fruto beniano de mil usos


Es un buen cultivo el copoazú. Todo el tiempo da cosecha y, cuando no hay nada más, uno recolecta los frutos del piso y los vende por harta platita”, asegura don Leoncio Tamichá Pardo, un agricultor de 72 años de Riberalta. No le faltan razones para hacer tal afirmación ya que, sólo el 2009, vendió cerca a mil kilogramos de copoazú (Theobroma grandiflorum), a cuatro bolivianos por unidad.
El alto costo de este fruto en el mercado es sólo uno de los atractivos que tiene para los campesinos amazónicos. El pariente del cacao es fácil de cosechar, requiere pocos cuidados (ya que está en su medio ambiente) y puede ser industrializado de diversas formas. Es por ello que la empresa Madre Tierra Amazonía S.R.L. decidió hacer de los derivados de esta planta su principal veta.
De la pulpa al vino
El copoazú, también conocido como cacao blanco y cupuazú, es un fruto tradicional del Amazonas. Pariente cercano del cacao, comparte muchas características con esta especie. Tiene la apariencia de un coco alargado, grande y sin pelos que, cuando está maduro, cae del árbol. El productor lo recolecta del suelo y parte la dura cáscara para acceder a la pulpa y las semillas.
Mientras muestra como se abre el coco, don Leoncio recomienda no comer la carne “así nomás”. “Es muy agria, casi como un limón”, asegura. “Lo que hay que hacer es licuarla para que la señora (su esposa) nos prepare un rico jugo”, agrega sentado a la sombra de un árbol de su terreno.
La pulpa es lo que más vale del copoazú. Esta carne vegetal, una vez separada de las semillas, sirve para preparar jugos, helados, mermeladas e, incluso, vinos.
“Nuestro producto estrella es la pulpa congelada”, asegura el gerente general de Madre Tierra, Álvaro Suárez Cerce. La alta demanda en las ciudades de Riberalta, Trinidad, La Paz y Santa Cruz confirma tal afirmación.
Los agricultores también son conscientes del aumento de la preferencia de los clientes por la fruta. “A la gente le gusta mucho el copoazú. La empresa cada vez nos pide más y estamos vendiendo harto... felizmente”, afirma Inés Villanueva Melgar (45), una de las productoras de la comunidad riberalteña de San Antonio.
Uno de estos clientes es Silvestre Maradey Pérez, poblador de Riberalta. “El copuazú es una de las cosas más ricas que he probado en mi vida, especialmente el jugo”, opina y no es el único. Casi todos los restaurantes de la ciudad beniana ofrecen esta bebida refrescante en sus menús.
Pero, el jugo de copoazú no es su derivado más caro. Ese honor está reservado para las bebidas alcohólicas. “Pues sí, hemos descubierto cómo hacer vino y licor de este fruto. Por el momento, la venta se limita a Riberalta, pero estamos viendo la posibilidad de extenderla a otras ciudades, si es que hay demanda”, anuncia Suárez y enseña varias botellas con etiquetas de color plateado.
El procesamiento del copoazú es un ejemplo exitoso de lo que se denomina biocomercio. “Quiere decir que la gente trabaja en una industria que genera divisas de forma sostenible, a la vez que ayuda en la conservación del medio ambiente”, explica Rolvis Pérez, jefe de la “Unidad Cadena de Productos Cosmocéuticos” de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN Bolivia).
La conservación rinde
El biocomercio difiere de los procesos de producción orgánicos y alternativos, aunque tiene elementos de ambos. Aquí, la estrategia se enfoca en toda la cadena productiva de una especie. “El biocomercio se refiere a todo el proceso de industrialización, desde el arado hasta la venta”, asegura el experto de la FAN.
Un ejemplo de esta estrategia es Madre Tierra Amazonia S.R.L., la empresa que industrializa el copoazú en Riberalta. Esta firma surge de la alianza entre los productores del cacao blanco, accionistas privados y la ONG Instituto Para el Hombre, Agricultura y Ecología (IPHAE). El objetivo es conseguir el mayor beneficio para el labrador, a largo plazo, lo que como resultado obliga a que los agricultores protejan la fuente de sus ingresos.
Pero no es fácil ser una industria de biocomercio. Suárez, el gerente de Madre Tierra, recuerda que el sistema tiene siete principios; de los cuales el primero y uno de los más difíciles es el de la conservación de la biodiversidad. Esto implica evitar que los labriegos aumenten la frontera agrícola o terreno cultivable.
Para ello, FAN e IPHAE hacen hincapié de la importancia de preservar las especies. “Cómo vamos a dañar lo que nos alimenta”, dice don Leoncio. “Si el copoazú desaparece, perdemos un cultivo que gusta mucho”, concluye.
Al planificar la siembra del siguiente semestre, el agricultor riberalteño Christian Noko Nakamura (53) resume el segundo principio: el uso sostenible de la biodiversidad. “Nos enseñaron a trabajar con cuidado para que no se gaste la tierra. No podemos cultivar siempre lo mismo, hay que variar para tener cosecha durante muchos años”, explica.
Los trabajadores de Madre Tierra encarnan el tercer pilar; la distribución equitativa de las ganancias. Todos ellos son productores. “Los que somos de la Asociación de Pequeños Agricultores (APA) somos socios de la empresa. Además. cada año, aumenta el precio de los cocos”, asegura Christian, que acudió a las oficinas a verificar sus ingresos.
El incremento del capital de los labriegos se logró gracias al cuarto principio: la sostenibilidad financiera. Ésta se logra abriendo mercados, como lo hizo Madre Tierra. La pulpa congelada de copoazú llega a Trinidad, Santa Cruz y La Paz. La mermelada se comercia localmente y la crema se vende a Brasil para la industria de cosméticos.
El dinero de la venta es el incentivo para la producción, confirma Leoncio cuando habla con sus amigos. “¿Para qué cultivaríamos copoazú si la gente no lo quisiera? Sería perder el tiempo”.
El respeto de las leyes juega un papel importante. A Madre Tierra le costó horrores exportar a Brasil por los múltiples requerimientos legales, pero los productores aguantaron hasta conseguir los permisos. Hoy también se reconocen los derechos intelectuales de la producción.
Otro factor importante es la propiedad de la tierra. Los productores asociados saben que es fundamental tener sus papeles en orden; tal es el caso de Christian. “Esta tierra es mía, el INRA lo comprobó”, demuestra.
En el proceso, el copoazú no es la única especie beneficiada. Para que el biocomercio funcione, otras plantas deben ser protegidas, lo que se logra con el sistema agroforestal de producción.
El bosque se une al arado
La parcela de copoazú de don Leoncio abarca más de media hectárea. En ella se levantan 450 árboles del fruto y otras plantas. El riberalteño también cuenta con platanales, árboles maderables y castaños. Durante la temporada adecuada, el suelo del terreno alimenta al arroz o maíz.
Este tipo de cultivos son conocidos como sistemas agroforestales. La idea, según Pérez, es el lograr la regeneración de los suelos cultivables y ayudar a la conservación de los ecosistemas.
Un vistazo rápido a la parcela de Tamichá revela la efectividad del método. La vida bulle en todas partes del terreno. Infinidad de insectos —libélulas, mosquitos, lombrices, grillos, entre otros— pululan entre las ovaladas hojas del árbol de copoazú.
La explosión vital es el resultado de la combinación de plantas de bosque, cultivos que dan una o dos veces al año y árboles maderables. Las especies locales suelen ser frutales, como el copoazú o la castaña, mientras que los sembradíos adicionales son maíz, y arroz, principalmente.
“Esta mezcla permite que los suelos no se agoten. Asimismo, fortalece el ciclo vital de otras especies: con las hojas caídas el suelo se nutre, la sombra protege a los animales y los insectos, a su vez, atraen a otras especies y fertilizan la zona”, agrega Pérez.
Para Christian Noko el sistema probó su eficacia. “Tengo algo durante todo el año. Primero, planto maíz. Cuando lo cosecho, zafreo castaña. Después recojo el copoazú y luego, el arroz...”. Con tal incentivo, el cuidado del medio ambiente es parte del negocio. Así, la conservación vive.
LA FRUTA
Nombre. El Theobroma grandiflorum es conocido como copoazú, cupuazú o cacao blanco.
Características. Es un fruto similar al cacao, con un coco duro que alberga la pulpa y las semillas.
Ubicación. El copoazú es un fruto típico de la Amazonía. Se lo encuentra en Beni, Pando y La Paz.
Sabor. Tiene más pulpa que semilla. El sabor es ácido como el limón, por lo que se debe procesar.
Derivados. Con la pulpa se hacen refrescos, dulces, helados, vino y licor. El aceite es utilizado para las empresas de maquillajes.

Fuente : http://www.la-razon.com/versiones/20090809_006814/nota_277_858242.htm

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